Llevamos unos años excuchando en el entorno empresarial la frase «Escasez de Talento» para hacer referencia a la dificultad en encontrar buenos profesionales.

Personalmente no me parece justa esta aseveración ya que  que tenemos un mercado laboral Nacional con profesionales altamente cualificados, no obstante la realidad existente es una disociación CADA VEZ MAYOR (y va a ir a más), entre lo que piden, requieren y aportan las compañías y lo que esperan, desean y motiva a los profesionales en el mercado.

Estamos viviendo  notables cambios (culturales muchos de ellos y por tanto estructurales) de tendencias donde la gestión de personas de manera tradicional colisiona radicalmente con las motivaciones actuales de los profesionales, especialmente con las generaciones más jóvenes donde el desarrollo profesional ya no prima sobre otros aspectos como la satisfacción  laboral presente, la conciliación, la flexibilidad,…

Aquellas compañías que sean capaces de asumir cuanto antes esta realidad (aunque sea por puro egoismo) y adaptarse a las nuevas tendencias con medidas concretas y adecuadas en la gestión de personas (capital humano) alejadas de los sistemas más tradicionales, serán las que atraigan e incorporen el talento existente en el mercado y tendrán por tanto mayores posibilidades de éxito en sus objetivos empresariales.

En mi opinión, como casi todo en la vida, en el término medio está la virtud, por un lado las compañías ser capaces de transformar sus sistemas de gestión de personas con medidas estratégicas claras y concretas que fomenten en cierta forma la  libertad de los empelados (flexibilidad, conciiliación, calidad de vida, proyectos retadores,…) y por otro, los empleados ser capaces de entender que principios como la Cultura del esfuerzo, el compromiso, la implicación,  demostra antes de exigir,…  son valores que nunca se deben perder (o aminorar) y siguen siendo determinantes para alcanzar el éxito en el desarrollo profesional personal.